viernes, 20 de septiembre de 2013

Parlem de tú

Querida Dormilina de trato antipático con don Orfidal, sin caer en aquella enemistad manifiesta de Doña Cuaresma y Don Carnaval,
intenté animarte, más bien balbucear palabras o frases inconexas, por teléfono, cuando supe que había fallecido tu padre; no quiero sacar a flote la tristeza que arrastras y que emerge por momentos, los tiempos del después, como un tsunami que arrasa todo. El duelo.
Me gustaría despedir a tu padre con el poema de Martí i Pol, el adiós universalizable a un "compañero" tras una larga enfermedad:

"Parlem de tu, però no pas amb pena.
Senzillament parlem de tu, de com
ens vas deixar, del sofriment lentíssim
que va anar marfonent-te, de les teves
coses, parlem i també dels teus gustos,
del que estimaves i el que no estimaves,
del que feies i deies i senties;
de tu parlem, però no pas amb pena.

I a poc a poc esdevindràs tan nostre
que no caldrà ni que parlem de tu
per recordar-te; a poc a poc seràs
un gest, un mot, un gust, una mirada
que flueix sense dir-lo ni pensar-lo." 


De la boda, después de haber escrito tú, no me queda mucho que añadir. Mi padre, que ronda los 80, estuvo. No era él. Ausente ya de mente.  No sé si agradecer que no fuera él al 100% porque quizás hubiera hecho algún comentario fuera de lugar, no sé si de cachondeo inconsciente o de mala leche edulcorada porque a veces tuvo ramalazos homófobos y no acababa de aceptar ser el último en enterarse, simplemente porque casi daba miedo decirselo. Pero no era él. O parecía que no era él, porque el martes post boda llamé y cogió él el teléfono y dijo, después del tipico comentario sobre el tiempo o los achaques: " Tu boda fue muy bonita. Todo realmente fue muy bonito". En mallorquín, que llamamos "guapa" tanto a una novia como a una boda como a una cazuela.
Pero yo el martes ya había llorado lo que tenía que llorar y simplemente se me quedó atravesada una raspa dulce en la garganta y seguí conversando sobre nadeces. Que si no hay que abusar del Fortasec porque te hace un tapón en el estómago y qué sé yo.
Y había llorado el lunes, conduciendo por las curvas del Garraf, ¡`pá´ haberme matado!, porqué se juntó todo en mi cabecita de chorlito y llegué a la misma conclusión que mi padre: "¡Ostras, que guapo!": 
La familia al completo, mi mamá, guapa como ella sóla, como sólo lo es la madre de uno; vuestro delirante speech que hizo saltarse al regidor el protocolo para decir que era el momento más especial de toda su vida institucional; veros ir y venir en el absurdo trenecito turístico; en los jardines de la Villa del arte, todos esos globos ascendiendo disparados hacia un cielo azulisimo, grafiados en ellos los deseos de los que estábais allí; el álbum casi completo de fotos y dedicatorias compilado por mi hermana; otras fotos, también de casi todos, recreando una aldea pitufa, trabajazo de David, David, ay, quién da sentido a todo; compartir comedor con tantos amigos auto-invitados; cortar una tarta que al final no fue sencilla pero, como dices tú, tampoco quiso ser ostentosa; y bailar y hablar, todos torpes, bajo los efectos del alcohol en un pub clásico de la noche sitgetana. Os fuistéis yendo pero los restos nos fuimos a perder palillos de tapas y devorar en el Donostiarra, otro clásico y después a ver un show de transformismo en el antro gay más desvencijado de todo Cataluña, e incluso allende de esas fronteras que ahora abrasan.
Fue un día espléndido pero no lo hizo radiante el sol sino la gente que nos acompañó en todo momento. Sin eso, sin vosotros, nada hubiera sido lo mismo. 
¿Parlem de tú? Sí, en vida.

Johnny

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