Mi pequeñita espumita de leche en un capuchino italiano en la mesa del Presidente de la República junto a un periódico con el titular: " ¡La prima de la deuda soberana alcanza su peculiar Bunga Bunga!"
Hoy te voy a sorprender (no puedo asegurarte que sea la primera y última vez) con una crítica de cinéfilo de la escuela de Cándida, la asistenta de Guillermo Fesser Pérez de Petinto (su nombre es así, no lo he inventado yooo). Al igual que ella yo las escribía (y escribo, aunque menos) con una clarividencia que a mí me sirve. Ya dirás, tú, CINEFILA CON MAYUSCULAS, que te parece. Si mal, no te preocupes, que creo que no he escogido un clásico del cine.
“La virgen de la lujuria" De Arturo Ripstein.
Una puta (Ariadna Gil), que tenía que matar a Franco, ha de huir a Méjico. Allí conoce a un enmascarado que la vuelve loca pero como la repudia, ella se instala en casa de un camarero (Luis Felipe Tovar) que le besa los pies y aguanta, enamorado como está, las charlucas fanfarrónicas de cuando ella montaba desnuda a diferentes animales del Circo Petrof.
Un anarquista (Juan Diego) se come la fabada del dueño del bar y el camarero mete las bragas de ella en el café y las rechupetea, pero sólo de vez en cuando. Un día se echa cal viva en la cara para tener la piel más blanca pero le queda hecha un Cristo.
Después de 2 horas 20 minutos de película llega el final.
La música de Leoncio Lara, exquisita. La fotografía en verde, mucho verde, muy Corréges.
En los créditos aclaran que ningún actor fue maltratado en el rodaje de esta película.
Ya que he dejado el teatro me estoy planteando hacer un post grado en crítica de cine. Como nuestro Fran en la Autónoma. Tú dirás si hay madera. Si me das buena nota no quiero ningún biquini de lentejuelas. Me bastará con tu brillante sonrisa enmarcada entre tus ojitos diminutos.
Por último, un requiebro, una queja:
No me dijiste que tenías un amigo que se llamaba Fuquinho. Ya no me pones los cuernos con Manolo o Pepe. ¿¡Tienen que ser exóticos?!
Besitos
Pitinho (a partir de ahora llámame así)
Desde la indignación.