miércoles, 13 de julio de 2011

¡Más cine por favor!

Mi pequeñita espumita de leche en un capuchino italiano en la mesa del Presidente de la República junto a un periódico con el titular: " ¡La prima de la deuda soberana alcanza su peculiar Bunga Bunga!"
Hoy te voy a sorprender (no puedo asegurarte que sea la primera y última vez) con una crítica de cinéfilo de la escuela de Cándida, la asistenta de Guillermo Fesser Pérez de Petinto (su nombre es así, no lo he inventado yooo). Al igual que ella yo las escribía (y escribo, aunque menos) con una clarividencia que a mí me sirve. Ya dirás, tú, CINEFILA CON MAYUSCULAS, que te parece. Si mal, no te preocupes, que creo que no he escogido un clásico del cine.
“La virgen de la lujuria" De Arturo Ripstein.
Una puta (Ariadna Gil), que tenía que matar a Franco, ha de huir a Méjico. Allí conoce a un enmascarado que la vuelve loca pero como la repudia, ella se instala en casa de un camarero (Luis Felipe Tovar) que le besa los pies y aguanta, enamorado como está, las charlucas fanfarrónicas de cuando ella montaba desnuda a diferentes animales del Circo Petrof.
Un anarquista (Juan Diego) se come la fabada del dueño del bar y el camarero mete las bragas de ella en el café y las rechupetea, pero sólo de vez en cuando. Un día se echa cal viva en la cara para tener la piel más blanca pero le queda hecha un Cristo.
Después de 2 horas 20 minutos de película llega el final.
La música de Leoncio Lara, exquisita. La fotografía en verde, mucho verde, muy Corréges.
En los créditos aclaran que ningún actor fue maltratado en el rodaje de esta película.
Ya que he dejado el teatro me estoy planteando hacer un post grado en crítica de cine. Como nuestro Fran en la Autónoma. Tú dirás si hay madera. Si me das buena nota no quiero ningún biquini de lentejuelas. Me bastará con tu brillante sonrisa enmarcada entre tus ojitos diminutos.
Por último, un requiebro, una queja:
No me dijiste que tenías un amigo que se llamaba Fuquinho. Ya no me pones los cuernos con Manolo o Pepe. ¿¡Tienen que ser exóticos?!
Besitos
Pitinho (a partir de ahora llámame así)
Desde la indignación.


domingo, 10 de julio de 2011

Sigo pensando...

¡Hola tartaleta de frambuesas!
Perdóname por no ser más rápida contestando pero he ido muy liada esta semana. Además del trabajo habitual, me he encontrado con varias obligaciones añadidas de esas que te pones tu mismo por hablar. Le dije a mi hijo y a mi sobrina que si sacaban  buenas o muy buenas notas les haría el regalo que ellos pidieran (a lo mejor no es muy educativo, pero funciona) ¿Qué hicieron ellos? ¡Pues sacar sobresalientes y notables como quién come pipas! Oriol, me lo puso fácil, quería tener más dinosaurios para su colección y unos prismáticos, pero mi sobrina me pidió un biquini. La única condición que me puso es que tenga cosas brillantes (lentejuelas y demás abalorios) ya me ves a mí de tienda en tienda buscando uno al más puro estilo Lady Gaga pero como dice Toni: "que no parezca de guarra que sólo tiene 8 años”. Me ha costado lo mío pero he encontrado uno con una especie de flor la mar de infantil (nada pecaminoso) toda llena de piedrecitas brillantes y cositas de las que a ella le encantan. Es la niña más feliz del mundo.
A Oriol le he conseguido unos prismáticos en el Decathlón que está encantado mirando bichos varios y convencido de que ahora “tiene vista de águila”.
Por lo demás todo normal.
El otro día comenté en facebook que buscábamos título para nuestro blog epistolar y comenté que estábamos nadando en un mar de dudas, a lo que Fuquinho, un amigo mío, comentó que “un mar de dudas” era un buen título. La verdad, me gustó mucho. De momento propongo también “tu a Boston y yo a California”, o “Si amanece y ves que estoy despierta tómame otra vez”… hay que pensar en un nombre y empezar a mover la idea.
¡Besitos de caramelo con forma de corazón!
Esteruqui.