miércoles, 14 de septiembre de 2011

¿Qué hago con las flores?

¡Mi dulce y bonita tartita de fresa!
Entiendo que la vuelta al trabajo te deprima y más cuando sabes que el buen tiempo se acaba y empezarán a caer las hojas del otoño que se avecina y lamento profundamente que te afecte tanto. Espero que tu tristeza no sea de esas que crecen según vas viendo films cómo Posdata, te quiero, French Kiss o Tarde de perros y si lo es, espero que no te dé por verlas una detrás de la otra.
Como sé que poco o nada puedo hacer para mejorar tu estado de ánimo, dado que no está en mis manos proporcionarte un Sueldo Nescafé y que dejes de trabajar para siempre, te propongo que reflexiones sobre una duda existencial que tengo y así te olvidas de tu triste vida por un ratito.
Verás. Un día, más o menos en junio, Marta vino a casa a comer y cómo buena detallista que es me regalo unas orquídeas lilas en un jarrón que ella misma había decorado con dos tonos de arena distinto. La verdad es que es muy bonito, tiene el encanto de algo artesano (el jarrón lo compró pero insisto en que ella misma decoró su interior y colocó la maceta con las orquídeas) y además es una planta. Total, la he cuidado con esmero pero las plantas nunca han sido mi fuerte, así que ahora que ya sólo queda un palito tirando a seco, no sé si ya se ha muerto y la  puedo tirar o en la próxima primavera lo que ahora parece exento de vida resurgirá y de nuevo florecerán esos delicados y armoniosos pétalos lilas.
Por otro lado, a principios de agosto mi amigo Eloi vino a cenar, y trajo unas bonitas plantas que parecían un bouquet gigante, pero eso es porque en realidad, una vez soltabas el lazo y retirabas el papel, cada planta estaba en su propia maceta diciendo: “por favor, por favor, traspásame a una maceta más grande” así que, al día siguiente, las coloque en esa franja que tengo destinada en la entrada de mi casa al bello arte de la jardinería pero que normalmente está llena de malas hierbas.
Bueno, de las tres plantas sólo una parece que siga viva, aunque cómo en el caso anterior, no sé si volverán a florecer para mi sorpresa en primavera o hasta aquí han llegado.
En realidad cada vez que alguien me regala plantas me producen estrés. Por compromiso hacia quién me las regala intento cuidarlas y que me duren, no quiero que parezca que no valoro su detalle y trato de hacerlo bien, pero tarde o temprano o las riego demasiado o se secan. En ese momento me siento mal pero es que de verdad ¡abramos los ojos de una vez! soy  con las plantas lo que tú con el bricolaje. Sé que si me regalan plantas y no ramos de flores es porque manifiesto habitualmente mi nulo interés por las flores cortadas que duran lo mismo que Pocholo en una fiesta sin alcohol u otro tipo de sustancias, así que, ¿crees que debería también dejar claro que dejen de regalarme plantas apelando a mi incapacidad para mantenerlas vivas? ¿Es mejor que no diga nada y me limite a tirarlas a la fracción orgánica según se vayan muriendo?  Mira que por mi pueblo hay un arbusto floreado que se encuentra por todos los parques, jardines y bosques… pues hasta ese estoy segura que si lo planto yo no agarra… ¿Qué hago? ¿dejo que la gente siga tirando su dinero en plantas que morirán en breve o  empiezo a proponer el vino como opción única y exclusiva?
Besitos,
Esteruqui

domingo, 11 de septiembre de 2011

Si tu malita yo malito.

¡Lumbalgia de mis entre cejos aderezada con dolores de espalda y tirones en las piernas!
No te pregunto qué tal porque leo que fatal. 
No creo que te sirva de consuelo pero yo he cambiado mi moreno por un rosáceo que derivara en amarillo y acabara en aceituno con pústulas de los nervios. ¿Una enfermedad venérea? No, mi alergia al trabajo agravada por dosis altas de melancolía que llegan con las primeras caídas de las hojas. A diferencia de mi amigo Ramón a mi me deprime el otoño y me afecta en todos los sentidos. Uno de ellos, la libido, cae por los suelos y llegue un año a hacerme analíticas de la testosterona porque vi en la televisión que es en el hombre como el aceite al coche: necesaria y en niveles medio altos, para estar tranquilos. Y como en el coche también le podemos echar un extra si está bajo mínimos. A base de parches y otros remedios, incluso inyecciones: chutes de testosterona que te deben dejar Divine (en el 'amplio' sentido de la palabra). En mi caso los niveles estaban bien. Todo era pura tristeza. Física. Comprobada. Por suerte, estacional. Preparemos los cleanex.

Muac!
Johnny