Mi querido saquito de verduras
salteadas con tofu y salsa de soja.
No sé cómo imaginarte en Bruselas
buscando coles, mucho menos si cuando lo intento estoy escuchando (¡otra vez!)
el Cd de cuentos de ayer y de hoy que en un ataque de buena madre me dio por
comprarle en el súper a mi hija.
No sé que es peor. Si escuchar sin
cesar los dichosos cuentos en el coche, o comprender lo que realmente significan.
A saber:
Ricitos de oro, no voy entrar en
qué hace una niña paseando sola por un prado dónde vive una familia de osos, ya
que por lo que veo, la imprudencia de ir soltando criaturas por ahí se repite
demasiado en estos relatos. Lo que realmente me sorprende de este cuento es su
moraleja. Claramente es el cuento que escuchaban los okupas, dado que la simbología
es evidente: si tienes hambre o sueño, simplemente ocupa la primera casa vacía
que encuentres. Yo en estos tiempos, haría una modificación y Ricitos de oro
respetaría lo ajeno, eso sí, podría vivir impunemente en cualquiera de los
pisos embargados por los bancos. Si en
lugar de una familia de osos viene la policía con una orden judicial,
simplemente cambiaría de vivienda y que vuelvan a empezar los trámites. Un
montón de Ricitos de oro ocupando los pisos, trasladándose a otro cada vez que vengan a sacarles y a los
buitres que nos mangonean se les acaba el chollo.
El siguiente cuento es El
patito feo. Este, es evidente, es el favorito de los xenófobos. “cada uno a su
casa” es el mensaje evidente. “¡vete!, ¡eres diferente!” le gritan los demás
patitos; le marginan y le desprecian. Sólo es aceptado por los que son cómo él.
Cuando termina el cuento y la narradora dice: “y ahora el cisne nada feliz con
sus amigos” Loli siempre añade: “Y por eso nosotros nos comemos a los patos”, "Por cabrones" (está última parte nos la dice bajito para que Anna no la oiga).
Si creías que la mente de los
niños estaba perturbada con estos cuentos, no te pierdas Caperucita roja, dónde
la mala madre y la mala hija, son la misma persona. La madre de caperucita, es
a la vez la hija de la abuelita y menuda bicha está hecha. No sólo consiente
que su madre viva sola en el bosque sin teléfono y sin tele asistencia de la
cruz roja, si no que manda a su hija sola por un bosque con un lobo, ¡vestida
de rojo! Por si el lobo no la ve bien entre los arbustos y con el objetivo de
llevarle a la abuela unos pasteles y miel. No creo que sea necesario ser
dietista para saber que a una abuelita no le puede convenir mucho atiborrarse de
dulces. ¡Menuda pieza la madre! En lugar de enseñar a su hija el respeto por
los mayores y la importancia de tenerles cerca y aprender todo lo que podamos
de ellos, le enseña que es mejor tenerlos lejos y solos. No sé que sacará con
todo esto, pero claramente se quiere librar de las dos.
En fin, no cuento más historias
que no quiero que acabes desquiciado como yo. En cualquier caso, termino este
mail contando algo bonito: Toni ha convertido lo que era un patio de cemento
soso a matar en un bonito espacio de recreo con césped artificial, piscina de
plástico y unas tumbonas. Cuando estamos allí, parecemos un anuncio de familia feliz.
Un beso de chocolate de la
casita de la bruja… (Que también vaya tela de cuento)
Esteruqui