jueves, 31 de mayo de 2012

Cuentos de ayer y de hoy

Mi querido saquito de verduras salteadas con tofu y salsa de soja.
No sé cómo imaginarte en Bruselas buscando coles, mucho menos si cuando lo intento estoy escuchando (¡otra vez!) el Cd de cuentos de ayer y de hoy que en un ataque de buena madre me dio por comprarle en el súper a mi hija.
No sé que es peor. Si escuchar sin cesar los dichosos cuentos en el coche, o comprender lo que realmente significan. A saber:
Ricitos de oro, no voy entrar en qué hace una niña paseando sola por un prado dónde vive una familia de osos, ya que por lo que veo, la imprudencia de ir soltando criaturas por ahí se repite demasiado en estos relatos. Lo que realmente me sorprende de este cuento es su moraleja. Claramente es el cuento que escuchaban los okupas, dado que la simbología es evidente: si tienes hambre o sueño, simplemente ocupa la primera casa vacía que encuentres. Yo en estos tiempos, haría una modificación y Ricitos de oro respetaría lo ajeno, eso sí, podría vivir impunemente en cualquiera de los pisos embargados por los bancos.  Si en lugar de una familia de osos viene la policía con una orden judicial, simplemente cambiaría de vivienda y que vuelvan a empezar los trámites. Un montón de Ricitos de oro ocupando los pisos, trasladándose  a otro cada vez que vengan a sacarles y a los buitres que nos mangonean se les acaba el chollo.
El siguiente cuento es El patito feo. Este, es evidente, es el favorito de los xenófobos. “cada uno a su casa” es el mensaje evidente. “¡vete!, ¡eres diferente!” le gritan los demás patitos; le marginan y le desprecian. Sólo es aceptado por los que son cómo él. Cuando termina el cuento y la narradora dice: “y ahora el cisne nada feliz con sus amigos” Loli siempre añade: “Y por eso nosotros nos comemos a los patos”, "Por cabrones" (está última parte nos la dice bajito para que Anna no la oiga).
Si creías que la mente de los niños estaba perturbada con estos cuentos, no te pierdas Caperucita roja, dónde la mala madre y la mala hija, son la misma persona. La madre de caperucita, es a la vez la hija de la abuelita y menuda bicha está hecha. No sólo consiente que su madre viva sola en el bosque sin teléfono y sin tele asistencia de la cruz roja, si no que manda a su hija sola por un bosque con un lobo, ¡vestida de rojo! Por si el lobo no la ve bien entre los arbustos y con el objetivo de llevarle a la abuela unos pasteles y miel. No creo que sea necesario ser dietista para saber que  a una abuelita no le puede convenir mucho atiborrarse de dulces. ¡Menuda pieza la madre! En lugar de enseñar a su hija el respeto por los mayores y la importancia de tenerles cerca y aprender todo lo que podamos de ellos, le enseña que es mejor tenerlos lejos y solos. No sé que sacará con todo esto, pero claramente se quiere librar de las dos.

En fin, no cuento más historias que no quiero que acabes desquiciado como yo. En cualquier caso, termino este mail contando algo bonito: Toni ha convertido lo que era un patio de cemento soso a matar en un bonito espacio de recreo con césped artificial, piscina de plástico y unas tumbonas. Cuando estamos allí, parecemos un anuncio de familia feliz.

Un beso de chocolate de la casita de la bruja… (Que también vaya tela de cuento)
Esteruqui