domingo, 22 de abril de 2012

El viaje a ninguna parte.

Mi querido dulce de leche bronceado por el sol caribeño de su súper crucero imposible; que distintos son nuestros viajes.
Mientras tú sobrevivías al turismo cultural a la par que ocioso, yo andaba arriba y abajo con mi padre hospitalizado, mi hija con un ojo morado  y un principio de gastroenteritis.
La semana pasada  fuimos de excursión a Argelaguer, un pequeño pueblo al lado de Besalú cuyo atractivo reside en un curioso laberinto que ha construido un sólo hombre durante años  y que lamentablemente están desmontando lentamente.  Según Oriol, no ha estado jamás en un lugar tan fascinante. Como a diez minutos en coche está  Besalú. Allí que nos fuimos. Un increíble pueblo medieval con un puente que llevó a Martí Gironell a la inspiración y de ahí nació El puente de los judíos. Los lugares más bellos y terribles de esa historia de sitio y prisión, se pueden visitar. Y para terminar el tour, el lago de Banyoles. Junto a él, un  increíble poblado neolítico que fue reconstruido no hace mucho y que es una maravilla. Eso y la bolsa de picnic con todo lo necesario para pasar un día inmenso a precio de crisis.
Esta semana, sin embargo, no ha tenido un viaje tan bonito, es más un constante ir y venir de casa al hospital y del hospital a casa.
Te cuento: mi padre ha cogido un resfriado que  ha derivado en infección pulmonar y ahí está, ingresado desde el lunes y, afortunadamente, mejorando.
 Froilán se disparaba en un pie, obviamente porque su abuelo nunca le ha explicado la historia familiar y la mala experiencia que tienen los Borbones con las armas, ya me entiendes. Mientras tanto, Anna no se quedaba corta y a falta de armas, se ponía un ojo morado cual puñetazo de dibujos animados,  dándose con el reposabrazos del sofá. Oriol hace un trabajo sobre las Olimpiadas en la semana cultural y al mismo tiempo nos enteramos gracias a un desgraciado accidente que el rey estaba cazando elefantes en un safari de lujo. La verdad, si lo que quiere es matar bichos, yo podría invitarle este verano al patio de mi casa (que es particular) para que mate mosquitos tigre y así mis hijos y yo podríamos disfrutar del solete sin oler a repelente. Podría ofrecerle un plegatín para dormir y ¡qué carai! Dónde comen dos comen tres por más mil euristas que seamos.  Se iba enterar entonces de lo que son los recortes. 
La situación, mientras la familia real y sus alrededores derrochan sin ningún tipo de pudor, no puede ser más crítica. Ahora tendremos que re-pagar los medicamentos, (me niego a llamar co-pago a una cosa que ya he pagado y que me van a hacer pagar otra vez) y amenazan con imponer un modelo de universidad más cara, más inaccesible, sólo para los que puedan pagarla. Todo muy triste. Toni y yo nos sentamos a recortar presupuesto y comprendemos que no hay nada que recortar. Hemos visto en un momento que llevamos años viviendo a ritmo de crisis. Es lo que tiene llevar un estilo de vida espartano, sin excesos, ni lujos, cuando quieres meter tijera te sorprende descubrir que tú, hace años que no mal gastas ni un sólo euro.
Oigo al rey decir  “Lo siento”, pero  veo en su cara la misma expresión que cuando lo dice Anna y traduzco inmediatamente el significado: “si así me dejas en paz, y puedo seguir jugando con  mis cosas…” y me preguntó que más hace falta para que de una vez por todas acabemos con esta farsa y dediquemos el presupuesto real  a lo que realmente importa.
Así estoy, viviendo en una maratón desde el lunes, que empieza a las 6 de la mañana y acaba cuando me dejan.
Tu mariposa, que aletea tan rápido cómo puede para no perder el compás.
Esteruqui