miércoles, 18 de septiembre de 2013

Una boda y un funeral

Mi dulce bouquet de gominolas de recuerdo de una boda... la vida es un contraste. No creo que exista afirmación más empírica en este momento, pues esta última semana ha sido la muestra de que es una gran verdad. 
Mi padre murió el 12 de septiembre a la 1.30 de la madrugada. Murió durmiendo, descansado de la fatiga acumulada durante 84 años. Esta vez la falta de oxígeno pudo con él. Se acabo. Es tan simple que da miedo. Hoy estas y mañana no. No negaré que era la crónica de una muerte anunciada, pero a pesar de ello, uno nunca esta preparado para este momento. Al menos no en nuestra cultura. La muerte debería ser más folklorica, menos dramática. En fin. Ahora todo es raro. 
Quería estar en tu boda, ¿cómo no estar en un momento así? y al mismo tiempo quería tomarme un orfidal de los de las señoras de antes y dormir, dormir todo lo que no he dormido esta última semana con mis viajes al hospital y mis nervios. Era un debate intenso el del viernes ¿voy o no voy? quiero estar ahí pero no quiero moverme. 
Toni me dijo que él creía que me sentaría bien una distracción absoluta de toda realidad como es una boda. Ya descansaría el domingo. 
Me miré en el espejo y no había que ser un lince para ver el agotamiento que se reflejaba en mi cara... y mi pelo... tenia que ir a la peluquería a la vuelta del viaje, pero la circunstancia no lo permitió. 
Así que el viernes por la noche me teñí en casa y me puse una de esas mascarillas del Mercadona que se supone que hacen milagros. Bueno, un milagro quizás no, pero al menos tenía un aspecto más descansado y el pelo daba el pego. 
Toni y yo hemos engordado desde la última vez que nos vestimos medio bien; lo mio se arreglo con una faja y lo suyo tratando de meter barriga, hicimos lo que pudimos. 
Hay algo que me resulta insoportable de la bodas y es esa ostentación absurda que se presenta en cualquier rincón de la sala, cualquier ramo de flores, en la ropa de novios e invitados.... en la vuestra la ostentación no estaba invitada y no apareció ni la sombra. Era todo natural y bello sin más. Como debe ser. Con alegría, con el calor de los que se unen para celebrar algo importante... Si, quiero. Quiero estar siempre en actos así. Con vosotros, con Pili, Carlos, Fran, Tomás... con todos. Tus amigos de Madrid eran adorables. Nos reímos de todo y de todos sin dudarlo. Itziar es sencillamente deliciosa y Ramón y Rut un encanto. Compartí el arroz con Irene y Concha, ese arroz que, ante la duda de si está prohibido o no tirarlo en las bodas decidimos tirarlo antes y preguntar después... 
Nuestro momento de gloria (Pili, Fran y yo) fue naturalmente nuestra intervención en la ceremonia contando vuestra verdadera historia. Hasta el último momento se nos acercaba alguien felicitándonos y diciéndonos lo mucho que se habían reído... decíamos que la fama nos estaba abrumando, pero nos encantó. 
Y luego llegó la vuelta a casa. Los nenes se habían quedado con mis suegros y se quedaban a dormir allí, así que al entrar, la casa estaba vacía. Y es extraño, porque en ese momento comprendí que entraba por primera vez a mi casa con Toni y no había nadie más. Es raro. Mi padre ha estado siempre aquí y se hace muy raro que no este.
El domingo fue un día bastante normal. estuvimos en casa de mis suegros y tampoco notamos el vacío. Yo empecé a encontrarme mal y unas anginas enormes se fueron acomodando. 
Al dia siguiente, el médico me dió la baja y me contó que muy probablemente todo era fruto de una bajada de defensas por el agotamiento. Nada que no cure el reposo. Toni aún tenia fiesta y se ocupó de todo.
Ayer, fue el primer día de mi vida en el que me quedé absolutamente sola en casa. En silencio. Sentada en el sofá con la mirada perdida. Todo raro. 
Y entonces, Marta y Bego vinieron a verme por la tarde. No dijeron: "Venimos a cuidarte" pero lo hicieron. Prepararon la mesa, hicieron la cena y nos sentamos todos juntos a cenar. Hablamos, recogieron y se fueron. Porque eso es lo que hacen las personas que te quieren; vienen, te atienden y fingen que no lo estan haciendo, pero lo hacen... y entonces sabes que no estas sola, que aunque parece que no hay nadie en casa, en realidad siempre hay alguien. Si bien la distancia o las obligaciones laborales impiden la unión física, a cada instante llega un wasup o un mensaje que te recuerda que alguien, en ese momento, esta contigo. ¿Se puede pedir algo más? 
Siempre tuya, ahora ya, siempre vuestra,
Esteruqui

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