miércoles, 19 de septiembre de 2012

Vuelta al cole y al trabajo....

Mi queridísimo y apetecible arroz con leche, que dura es la vuelta al cole y el regreso al trabajo post vacaciones…
Hartos como estamos de piscina y playa ya estábamos deseosos del retorno a la rutina y no veíamos el momento de empezar con todo hasta que lo hemos tenido en las narices. Una semana más tarde ya nos satura el no tener tiempo ni de coger aire, a saber:
Nos levantamos pronto y nos vamos Toni y yo a trabajar y los nenes al cole. Regresamos, en este caso sólo los nenes y yo,  empezamos con la rutina de merienda, haz los deberes, vámonos martes y jueves a balonmano, miércoles y viernes a natación, ducha, cena, Bob Esponja, ahí llega Toni y  a dormir…  es de no creerse.
Cuando estábamos a punto de tener un presupuesto familiar cuyo único parque de atracciones accesible era el tren de lavado del coche (con triple espuma, que tiene su repelús,  que te quedas a oscuras en medio de los cepillos rodadores) va Toni y encuentra un trabajo que, si bien ha salvado en mayúsculas la economía, ha mermado de igual forma la calidad de vida familiar, y Toni se está convirtiendo en ese señor que vemos a veces… adaptarse o morir.
A mi padre la semana que viene le operan de cataratas y esta que se sale, hay que ver la fe que tienen los abuelos en una operación ambulatoria. Le han dicho que lo verá todo mucho mejor, como con más luz, será como cambiar la bombilla y pintar de blanco una habitación emponzoñada de humo después de años de fumar habanos, ¿qué ha entendido él? ¿Qué verá mejor? ¿Que ya no necesitará gotas en los ojos todas las noches? No señor, él ha entendido que se sentirá más joven y fuerte y volverá a tener la vitalidad que tenía con cuarenta. Ha entendido que ya no le costará respirar y podrá moverse con total agilidad… porque en su cabeza, cuando te retiran las cataratas de las retinas, se va también el asma, la artrosis, la artritis, el reuma y los 83 años de un plumazo… suerte que al menos es consciente de que no tiene efecto botox, sino, cuando se mire al espejo con su vista nueva se llevará un disgusto grande. A los de la piel grasa nunca nos ha afectado en exceso la arruga (que es bella) pero la flacidez nos ataca sin piedad y descuelga tejidos que es un contento.
En el trabajo he oído a alguien decir que le sabía mal que Esperanza Aguirre se retire y lo decía en serio; en la radio que Santiago Carrillo a muerto…  el mundo es un contraste perpetuo.
Sigo con mi novela, aunque me vuelvo a quedar atascada en algunas situaciones que me aturden y he de meditar.
Tengo ganas de verte, muchísimas. Llevé a mi amigo Eloi a ver un estanque que me gusta mucho y tiene un paseo de unos cuarenta minutos, pero era agosto y estaba más seco que una mojama…  y hoy he sabido que Elvira Lindo tiene una calle en Madrid. He recordado a Paco Rabal, fui al  Teatre Victoria  a verle  en  “Queridos poetas” un espectáculo en el que recitaba a los más grandes al mismo tiempo que contaba anécdotas personales con cada uno de ellos. Habló de León Felipe, del exilio del poeta y el suyo propio, habló de su incultura obligada por su humildad familiar y de su encanto personal que le llevó a ser intimo de intelectuales que generosamente le enseñaron todo lo que un alma que deseaba aprenderlo todo era capaz de admitir. Habló de un profesor al que conoció porque Paco era ayudante de electricista y estuvieron en su casa reparando no sé qué. Días más tarde se presentó de nuevo en esa casa y le explicó educadamente que ni sabía leer, ni tenía dinero para gastar en clases, pero que su integridad le impediría defraudar a aquel que generosamente le enseñase. El profesor vio en sus ojos  el hambre de saber y fue su tutor hasta considerar que el joven Paco Rabal tenía un nivel de educación general  básica más que digna. Y Paco siguió aprendiendo y amando el arte sin cesar. Decía en ese espectáculo que le gustaba aprender más que las mujeres y que nunca ha dejado de amarnos ni a nosotras, ni a los libros. Que en ambos casos se acercaba con humildad y respeto. Su mujer Asunción Balaguer, simplemente asentía, con esa sonrisa y esa serenidad que transmite siempre. ¿Y porque te cuento esto si digo que la calle se llama Elvira Lindo? Pues porque en ese espectáculo Paco decía que cuando le comunicaron que en su Murcia natal le habían puesto una calle lo primero que pensó fue: ¿Tan malo estoy? Poco he de durar si ya me ponen una calle…” y ese recuerdo, me acompaña siempre que veo que una calle tiene el nombre de alguien vivo… no me interpretes mal, le deseo a Elvira Lindo una larga y feliz existencia, pero yo de ella, me haría un chequeo.
Se me antoja que ya mismo se acaba el año y otra vez, nos hemos visto poco.  Hay que fijar una fecha pero ya.
¿Te acuerdas que te comenté que podríamos pasar un finde en Teruel? ¿En la bonita tierra junto al Matarraña? Pues que sepas que ahora, es buena época. Ahí lo dejo.
Un besito,
Esteruqui