lunes, 2 de abril de 2012

Crucero imposible Parte I

¡Sardina mía!
(“Sardino", nos enseñaron unos chicos colombianos, significa para ellos "chico súper guapo, joven, `jasp´de antes; entiendo que en femenino tiene que ser lo mismo; si no te gusta el apodo, aplícaselo a Anna. Con lo coqueta que se está volviendo y lo corrida que se tiene que ser en esta vida, seguro que le encanta).
El dicho de que uno necesita unas vacaciones de las vacaciones lo asevero más que nunca con el ejemplo de mi maltrecho cuerpo.
Todo estaba muy bien organizado en nuestro crucero de siete días por el Caribe más dos en San Juan de Puerto Rico pero empezó (y acabó) como el culo.
Para entrar en USA necesitas un visado (el ESTA). Respondes por internet a preguntas del tipo "¿Tiene Ud. pensado realizar actividades terroristas en territorio norteamericano?" y pagas 14 euros.
Llevo 25 años rellenando mal el papeleo de entrada a diferentes países (Sudáfrica, China, Rusia, Australia, Argentina, IKEA República independiente de tu casa...). En todos ponía mi número del DNI como si fuera el mismo que el del pasaporte. Fue justo al embarcar con American Airlines cuando la azafata de tierra me dijo que sería imposible entrar en el país si no rellenaba el ESTA correctamente. (Decir el ESTA me suena igual de raro que decir la ESO).
Tendrías que ver las carreras por el aeropuerto. En el centro de negocios pudimos acceder a internet.
En las películas en el último segundo se desactivan bombas. Yo creía vivir una película pero nadie dio el OK a ese formulario en el último segundo y el avión despegó sin mí y mis amigos.
Después de una mañana surrealista (buscando otros vuelos del día siguiente que me permitieran llegar a tiempo a San Juan para embarcar en el crucero; llamando al Consulado donde no querían saber nada del ESTA y llamando a los del ESTA cuyo contestador automático te decía que su horario de atención al público empezaba a las 8 (las 15 hrs nuestras); con convoys de metro averiados y explicándole al conductor de un autobús que sólo podía pagarle en dólares porque no había previsto ese calvario de día extra en Barcelona; etc), después de todo eso, a la hora de comer, me conecté en el ordenador y ya tenía mi nuevo visado.
Comí, me fui al cine a ver Fausto. Soukourov es el director de cine menos apropiado para un día calamitoso. O bien mirado es la guinda perfecta.
Al día siguiente me levantaría a las 4 a.m. para coger otro avión de otra compañía y a través de otra ruta para intentar llegar a tiempo de (recogida la maleta, pasada la Aduana, atravesada la ciudad en taxi) zarpar con el barco.
Ahora, sardinita mía, te tengo que dejar por trabajo. Te contaré en cuanto pueda como terminó la historia.
Besitos.
Johnny