viernes, 15 de junio de 2012

Un día, un teatro.

Mi dulce bocadito de chocolate belga (¿que te voy a contar a ti? que seguro que te comiste un quintal en tu último viaje),
esta claro que me hago mayor y se me olvidan las cosas importantes. No sé cómo he podido escribirte y no hablar contigo de Eurovisión. Que la ganadora fuera la suma de Bjork y la niña de "the ring" no me sorprende, pero no alcanzo a comprender que les hizo pensar que una mujer como Pastora con una melena de impresionante y singular belleza pudiera estar mejor con el pelo recogido para atrás totalmente oculto en un moño. Miriam dijo que parecía una serpiente. Y sí. El vestido sin duda, era un mantel.
Dicho esto, que sepas que ayer tuve la mejor de las sorpresas en una de las pocas salidas que permito a Barcelona, ciudad condal. ¡te vi en las escaleras del TNC! jajaja que alegría ir al teatro a ver Mequinenza, un delicioso homenaje a Jesús Moncada de la mano de Marc Rosich (a quién adoro desde su adaptación teatral de Pedra de tartera) y encontrarme contigo. No íbamos a la misma sala pero ir al mismo teatro, a la misma hora, el mismo día, sin duda significa algo.
El Club de lectura, tras la cita con Blanca Busquets, se va de vacaciones hasta septiembre y deja para el verano la lectura de Persépolis, la novela gráfica (cómic de toda la vida) de Marjane Satrapi.
He vuelto a mi novela, estoy de nuevo escribiendo a diario y eso me gusta, hacia tiempo que la tenia desatendida. Mi primera novela pronto verá la luz en forma de ebook de descarga gratuita y eso me anima, seguramente, a reencontrame con la segunda.
repaso mis proyectos y entre ellos encuentro uno que me fascina particularmente. Una señora encantadora del Club me habló de algo que pasó en Barcelona hace muchos años y me pareció un tema interesantisimo para investigar. Ya te iré contando.
Por lo demás, el trabajo como siempre, los nenes creciendo y Toni, entre la cocina y el bricolaje se pasa el día haciendo inventos, lo que se traduce en que también está bien.
Un besito, con glamour teatral.
Esteruqui

lunes, 11 de junio de 2012

Quédate conmigo...

Querida Pastora:
Si no supe darte amor, no era mío el corazón, quédate conmigo, quédate conmigo, si no estás no sale el sol.
Mi capacidad de observación de pifias en la narrativa infantil no te llega ni a la suela de los zapatos.
A mí me parece razonable, por ejemplo, que entre todas las cortesanas de un Reino sólo haya un piececito donde queden como anillo al dedo un zapatito de cristal perdido en las escaleras de palacio. La moda pret a porter ha hecho tanto daño al encajonar nuestros pies en cuatro-cinco tallas estándar que no tienen en cuenta deformaciones, juanetes, viscosidades y demás. Y otra cosa te digo: si en sus tiempos mozos nuestro príncipe Juan Carlos hubiera tenido que ir a buscar quien fuera digno de su alcoba, sospecho, que no andaría con tantos remilgos y no le importaría (salvando las viscosidades) que pasaran la criba todas las de la talla37, un poner.
Otro ejemplo de comerme los sesos buscando alguna chorrada, sin fortuna, es con Hansel y Gretel (tu me invitabas en tu frase final a investigar). Si bien vivir en una casa de mil golosinas es un poco excéntrico (no más que en un hotel en Finlandia todo de hielo o un restaurante en el fondo del mar Rojo decorado de coral) tiene más sentido que la ancianita prefiera comerse a Hansel que a Gretel porque a ella se la ha de cebar más y a ambos antes que a su propia casa por lo malo que es un subidón de azúcar para los viejos.
Seguiré investigando en el mundo de los cuentos. Acabaré encontrando algún sinsentido con el que pueda sorprenderte.
Por lo demás esta semana ha sido fatídica. Un virus se ha debido de apoderar de mí y desde el martes hasta hoy, he tenido puntas importantes de fiebre y unos dolores de cabeza terribles, apocalípticos (dixit Piqueras en Telecinco).
Volvía de trabajar cada día en un estado lamentable. El viernes estaba exhausto. Y siempre lo acaba pagando el ocio: nuestra vida personal. El viernes me quedé sin ir a la fiesta de aniversario de mi amigo Javivi y el fin de semana me lo pasaré sin salir de casa para estar bien el lunes e ir a trabajar. Ser el único empleado de una oficina pesa como una losa.
Yo le doy la culpa de mis males a un virus pero a lo mejor es simple agotamiento: maratón de bicicleta hace dos semanas alrededor de Olot (200 kms en dos días) - en una casa rural maravillosa que se llama Mas Pujou nos pusieron en el comedor una tele portátil y vimos ese desparrame kitsch que es Eurovisión y a la representante española envuelta según un cómico ingles en el tercer mejor mantel de su casa dada la gravedad de nuestra crisis-,
Cami de Ronda andando de banyuls de Mer a Colliure el domingo pasado, una cena con amigos en una terracita el lunes cuando aún no es tiempo de terracitas por la noche, ah, y trabajar diez horas diarias muchísimos días.
Guardo muy buen recuerdo de la comida en tu casa el sábado pasado: sé que me perdonarás que enterrara a Machado en Portbou y agradezco hablar de cine sin que se meta de por medio la vida sentimental de nadie. Desde octubre hasta ahora cada semana el tema de la ruptura con su ex ha invadido todas mis clases de Historia del Cine y que ahí hay un problema que va a más se lo hice saber a mi profesor el lunes pasado. Se quedó muy hecho polvo con todo lo que le dije pero estoy convencido de que con revulsivos como el mío saldrá adelante. Como hemos hecho todos/as. Qué pena que para algunas facetas de la vida seamos cracks y que para otras, frágiles veletas al arbitrio inclemente de nuestros sentimientos.
Perdón si no supe decir,
Que lo eras todo para mí,
Perdón por el dolor,
Perdona cada lágrima,
Yo sé que no merezco más,
Pero si no te tengo aquí, no sé vivir
Quédate conmigo,
No te vayas perdónameeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeee.

Johnny (y Antonio Sánchez y Thomas G: son)