martes, 22 de noviembre de 2011

democrático 20 N...

Apreciado cielito de Murillo `farcido´ de querubines andróginos,
El sábado pre estrenamos "La importància de ser Frank". Me sentí muy a gusto, mi personaje se presta a ello. Me tuvieron que envejecer el pelo, lo cual con 41 años es una alegría aunque me hicieran un emplasto de polvos de talco como poco, extraño. Los actores más noveles cumplieron y el momento surrealista vino de la mano de Miss Prism cuando dijo una incoherencia que desmoronó toda la trama y nos dejó al plantel de actores amarillos de pavor. Mi amiga Manuela, que tiene gran disgusto porque ha perdido el móvil, salió al pasó diciendo "¡¡Yo no soy la madre!! Soy Lord Bracknell" lo cual en una dama no deja de ser del todo correcto pero al menos succiona a la obra del agujero negro en el que se iba a meter.  En próxima carta te contaré que tal las dos funciones de la Sala Muntaner.
Después fuimos a cenar a un restaurante de El Raval: La Cera. Borrachos de adrenalina post escenario. Y a los postres, de vino joven.
Tome un zumo de melocotón en La Rouge para rematar un día intenso. A la 1.30 en casa. Con lo que yo he sido.
Me desperté el domingo atontado, voté, me fui a CaixaForum a ver la exposición "Los ballets rusos de Diaghilev". Mucha afluencia de público. Quizás para limpiarnos todos el mal sabor de boca de haber votado. Meterla así, en frio, en una urna te hace sentir un poco sucio.  Culpa de uno creo que no es. Culpa de los que han hecho de la política un prostíbulo.
He visto con David y Valle dos películas. Sesión doble con palomitas, galletas de chocolate y helado de tarta de queso de por medio: "Cuando el viento sopla"; historia de un matrimonio de jubilados que viven en la campiña inglesa y que sufrirán en sus carnes con estoico patriotismo todas las consecuencias de una guerra nuclear. 
Para quitar el mal sabor de boca que se te queda hemos visto "La fiera de mi niña". Un Cary Grant clon de Gallardón y una Katherine Hepburn torpona que en alguna escena se asemejaba al Frank Spencer de "Ni ha que neixen estrellats" han dado el toque ingenuo a una tarde-noche predecible, de marea azul. De mayorías absolutas, escandalosas, prepotentes. Una tarde-noche también de esperanzas en que los que vengan lo hagan mejor. De la ilusión que nace de la desesperación de tanta gente. Tarde-noche de muchos miedos a muchos recortes. De vencedores y de perdedores. Y entre estos, mi amiga Manuela, que se llama y se llama desde el teléfono de la vecina y sigue sin encontrar su móvil. Cada persona, un mundo. Un mundo, un problema. Que se quede relajada tu amiga: si su hija es lesbiana podrá ser feliz en un mañana de oportunidades y derechos nacidos de los fiascos de ahora. A pesar de los temores, creo en los avances sociales, en los caminos sin retorno.
Mi único temor: tú al ganchillo. Tus hijos. Vigila. No hay nada que marque tanto a un chaval en un recreo del S. XXI como una chaqueta de Starsky tejida al libre albedrio de un tinto de verano tras otro.
Tu teléfono rojo,
Johnny