miércoles, 4 de junio de 2014

Cuñaoooo!!!!

Queridicula mia,
¿Te has fijado que en la mayoría de las cartas que nos escribimos nos contamos lo que hemos hecho el fin de semana? Nada extraño tampoco, considerando que si hablamos de "entre semana" hablamos de curro y solemos hacerlo para despotricar; algunas veces con fina ironía; otras, burda; otras atroz; las menos desde una perspectiva lluviosa, gris, de manual de instrucciones de aspiradora, "enoiosa" ("aburrida" en italiano, que me ha dicho un pajarito que estás aprendiendo esa lengua porque te vas a la Toscana). Yo esta vez voy a ser diferente y voy a hablarte del acontecimiento político-social del lunes; ¡un lunes!, con lo desaborios que son los lunes. Pues no va este y abdica el Juanca. Que revuelo, ¿no? La verdad es que te hace pensar. Yo era un niño y este señor se paseaba como un principito bien plantado y con una esposa de típico peinado en el que se podría esconder una plancha y ahora va y se jubila y todos hemos visto que en los últimos años no hacía más que caerse y leer malamente los discursos y hacer pifias de pitopausia longevísima. Ella era la tercera en discordia. Perenne. Famosa en Mallorca por abocar al Rey a escapadas oscuras sin guardaespaldas y a trasiegos de amigas íntimas, a cual más joven, más estupenda y, lo más importante, de peinados frescos donde no cabia un llavero. La pito. Y ahora, ¿qué? Felipe VI, que suena a Benedicto XVI, a hastío de historia y a algo de rechifla y/o amenaza, porque aqui el último Felipe dejó muy mal sabor de boca. A ver en qué acaba esto, seguro que, acaba en lunes, para fastidiar o, peor, en fin de semana.
Por cierto, de los tres anteriores, de fines de semana: fiesta de cumpleaños en el que había que llevar sombrero de creación propia; boda gay en el Polvorín (que a pesar de tener cierta reminiscencia a cruising (polvorín) es un centro cívico de Montjuic; Mmmm Montjuic); y excursión por el Bassegoda y, de nuevo, junto al río que lleva a la ermita de Sant Aniol, me detendré sólo un momento en este último para chismorrearte la anécdota sin duda más comentada (a nuestras espaldas) de todo el viaje. Ésta fue que, después de ver perder al Atlétic de Madrid, 93 minutos siendo campeón de Europa, pobriños, celebramos una fiesta por los 10 años de senderismo: cava, coca (de la legal), ratafia (a mi me mató; me tenía que haber despertado sospecha ese nombre de onomatopeya de metralleta), un video emotivo y la consigna de llevar todos calzoncillos rojos; uno de esos requisitos que te hacen ir de culo toda la tarde (yo tiré los mios de fin de año hace nada porque me metían el paquete debajo del escroto  y no lucía nada) y que luego era "la broma"; no había juego detrás, nada, no era al estilo "fiesta de pijamas", en principio no había que enseñarlo y digo en principio porque nuestro grupito (de tres parejas, las "PAREJAS", que suelen ser los más sosos de todas las fiestas; aquí borrachos y dando el cante (que te pensabas tú, que solo tu monte era orujo)), decía antes de que me interrumpieran los paréntesis, que nuestro grupito con "llamalo X" a la cabeza, se volvió loco y se puso a bailar sin pantalones. Hasta aquí todo bien, o mal, según se mire; seguro que bien si se compara con un estado peor y que fue correlativo en el tiempo al anterior (dos vasos llenos): "Llámalo X" se va al baño, se mea encima del calzoncillo y ante el dilema de "con tanta marica mala, me van a llamar la meona" o " si me quito el calzoncillo mojado, me llamarán la culona" optó por la sorprendente segunda opción y se paseó toda la fiesta con el culo y el jilguero al aire mientras la gente se hinchaba a hacer fotos y a taparle con servilletas y manteles de la casa de colonias. Mal taparle, porque ya se sabe: marica y mala son como noticia bomba y video cruel, como Rey que abdica y foto de Urdangarín "dejará de ser el yerno" con dientes mellados gritando "¡Cuñaoooo!", indisociables.
Realmente los humanos no dejamos de sorprender a los demás y a nosotros mismos.
Siempre nos quedará una verdad inmutable: la Duquesa de Alba está en el Ocaso.
Besito de los que no son de pega,
Johnnito