miércoles, 1 de agosto de 2012

De vocación arquitectos, y de Zola a Purita Campos

Mi deliciosa mini tostadita de pimiento del piquillo y brandada de bacalao, creo que ya no puedo seguir quejándome de los adjetivos que diriges a mi persona pues temo que lo siguiente, después de  jornalera oronda de pecho grande que sólo almacena años para acumular rencor y guarra directamente, sea que decidas que tampoco se pierde tanto si nos alejamos y se pierda esta bonita relación… tú no me dejes nunca que yo emulando a Camilo Sesto, No dejaré de quererte jamás, jamás, jamás he dejado de ser tuyo, lo digo con orgullo, tuyo y nada más….
Dicho esto, te comento que si bien mis excursiones siguen a mil quilómetros de las tuyas, ahí están y así te las cuento.
Estaba leyendo a Zola en el Iphone (sí, amor, tienes razón he de dejar de hacer eso si no quiero quedarme ciega… tal vez algún amigo arrepentido por haberme vilipendiado quiera regalarme un lector de Ebooks de un tamaño más adecuado, ahí lo dejo)…  en fin, que dejé la lectura a un lado para dedicar la tarde a diversión playera y familiar. Todo iba bien y como siempre, sin saber cómo, acabamos haciendo castillitos. Hay una especie de magnetismo entre la pala, el cubo y un niño; es ponerse manos a la obra y que los niños de la zona se acerquen poco a poco. En menos de diez minutos, teníamos una guardería alrededor, entonces Toni y yo decidimos sentarnos  junto a ellos y limitarnos a observar.  Fue entonces cuando le comenté que el ser humano tiene un gen que le lleva a desear  e imaginar maravillosas construcciones, de manera natural, en la playa, con algo tan básico como la arena y el agua, creemos castillos magníficos, estatuas dignas de un escultor y un excelente hoyo al lado del que brota agua… ¡si! El momento en que empieza a salir agua es como si uno encuentra oro, o petróleo. Es el triunfo de la tenacidad humana… me da en ese momento por reflexionar por lo grandioso del ser, de esa belleza innata que tiene el conseguir un objetivo… y en medio de mi reflexión, los niños empiezan alegremente a pisotear y bombardear la construcción hasta dejarla reducida a un montón de arena… y ahí entra Toni y su realidad y me dice: “si, el ser humano tiene un gen que le hace ser arquitecto, pero el gen que le lleva a destruir su entorno es más grande y poderoso”. Sonríe, aunque noto un cierto malestar en su cara y comprendo que hago bien en darme a la bebida con facilidad pues las verdades como puños que me suelta Toni en toda la cara me harían caer en depresión si no fuera por el Martini y el tinto de verano que me meto entre pecho y espalda cuando cenamos en la terracita de casa.
Este fin de semana hemos estado de Fiesta Mayor y Olalla, ha sido mi invitada. Hemos visto un sinfín de espectáculos infantiles en plazas y calles, hemos bailado canciones absurdas  hemos gritado ¡SIIIIIIIIIIIIIIIIIIIII! a una marioneta que  nos preguntaba si queríamos escuchar un cuento y lo que es peor, hemos saltado en el hinchable de Bob Esponja… bueno eso en realidad me gusto mucho.
La biblioteca cierra en agosto así que, nos hemos llevado un arsenal de libros para no aburrirnos. La mayoría acaban en “niños” Egipto para niños, La prehistoria para niños, La gran enciclopedia de los dinosaurios para niños….  Y uno de Ange Zhang, “Rojo país, Río amarillo, Una historia de la revolución cultural china”, ese es para mí. Es un libro lleno de ilustraciones muy bonitas, eso debe ser porque el autor es ilustrador y dibujante de películas de animación, digo yo, vamos…
Y hablando de ilustraciones, hoy mi amiga Hyun, seguidora como yo de Esther y su mundo en la infancia, me ha traído Esther y su mundo, treinta años después, el libro que cualquier fan de Purita Campos estaba esperando. Me ha prestado los tres primeros tomos, ansiamos que consiga el cuarto.
Y nada, entre playa, piscina, libros y alguna salida sorpresa, pasaremos el verano.
Besitos amor, te quiere, tu bolita de pueblo  que mira al cielo y busca en las estrellas lo esencial, que es invisible…. Mon petit prince…
Esteruqui