Empezaría llamándote mi bolita de coco con crujiente de
almendras, pero me cuesta.
Debe ser ese afán mío que por el drama que a veces dejo
fluir, pero tú último mail me deja alicaída y agridulce.
Dulce porque espero de los dos que si esto acaba mal (para
mi mal será cada uno por su lado) lo haréis de la forma más agradable para el
otro, agria porque la vida es siempre un
compendio de eventos en los que cuando parece que tu universo se ha puesto de
acuerdo para que todo fluya hacia el lado del positivo viene Risto Mejide y te
dice que todo es mentira, que no hay nada en el universo que se conjure para
que a ti te salga todo bien.
Simplemente porque tiene mejores cosas que hacer que
preocuparse de arreglar tu mundo interior, si es que eso tiene arreglo.
Me quedo triste porque pienso de verdad que las parejas no
han sido jamás un mundo de rosas y que nada es gratis. Una pareja implica un
compromiso por querer que esto funcione, cuidarlo como a la rosa de El Principito.
Y no es fácil. No lo es porque para aceptar a otros a menudo renunciamos al
niño egoísta que todos llevamos dentro, ese Pepe Rubianes que dice:
”Yo, yo, yo, he venido a hablar de mí que me gusta más”,
pero renunciamos a él con gusto porque sabemos que hablar de nosotros y no de
yo, a menudo es mucho más satisfactorio y enriquece más que el onanismo
intelectual.
Cuando nos convertimos en el nosotros al cuadrado ampliando
la familia, ahí si que ya, o sacamos al monje budista que renuncia a sus cosas
por el bien común o morimos en el intento.
Sé que suena a sacrificio y nada más lejos de mi intención.
Es tan simple como: ¿es esto lo que quiero? Pues voy a cuidarlo y hacer que
funcione. ¿No lo es? De acuerdo, no lo tengo.
Todo es una elección. Elijo tener pareja, luego elijo
trabajar para que esto sea lo más enriquecedor y divertido posible.
Nadie debería renunciar a su propia identidad sólo por tener
pareja. Pero esta claro que hay que negociar las condiciones pues uno deja de
ser uno y pasa a ser uno pero con consecuencias directas en otro.
Divago y veo que tampoco saco nada en claro, cada pareja es
un mundo y cada mundo debe gestionarse como mejor le convenga.
Quiero dejar claro que:
¿Me dolería que lo vuestro termine? SI, ABSOLUTAMENTE.
¿Os seguiré queriendo a los dos? SI, ABSOLUTAMENTE.
¿Desearía que todo se arregle y este bache sirva para
mejorar el camino que está por venir? SI, ABSOLUTAMENTE.
¿Creo que una crisis puede llegar a ser enriquecedora y
mejorar una relación? SI, ABSOLUTAMENTE.
Os deseo lo mejor a los dos pero como este mail es para ti,
y no para David quiero recordarte, sé que lo sabes, que David es una persona
maravillosa, me fascina esa capacidad que tiene de hacerte un masaje en la
espalda cuando él llega cansado de trabajar y a ti te duele porque has estado
todo el día en la cama (estabas malo) y eso acaba pasando factura postural.
Ese amor con el que entra en el baño y te hace un masaje en
la cabeza para que tú puedas hacer de vientre.
Cuando reconocemos en su cara que de vez en cuando un domingo
de no hacer nada y ver la tele viene bien y él responde: “eso llevo yo
diciéndolo diez años lo que pasa es que no me escucháis”
Me gusta que se quede cocinando si decidimos ir en bici y
nos diga que si se lo contamos a la vuelta él ya se hace a la idea de lo chulo que es pedalear.
Que podamos hablar de los clásicos del cine, y sus
perturbadores diálogos en épocas de censuras.
Que se parezca a Guy Pearce. Que quiera envejecer a tu lado,
que sea esa mitad que tan bien te queda y tanto te favorece.
Que haya conseguido parecer que siempre estuvo allí, como si
nunca hubiera existido un Johnny soltero, como si JohnnyyDavid fuera un solo
nombre.
Podría contarte mil recuerdos en los que David es
simplemente una persona brillante con su carácter afable y cordial, con su
humor de loca mala contenida, con su generosidad, pero no tendría mucho sentido
porque tu debes tener mil recuerdos agradables más que yo. En fin…
No es que tú seas el malo de la película, es que este mail
es para ti…. Será en el de David en el que pueda hablar de todo lo bueno que
hay en ti, que es muchísimo.
No sé que decir más, te quiero, os quiero. OS QUIERO.
Besitos,
Esteruqui