¿Cómo esta ese panellet de piñones que se te atraganta entre
traguitos de moscatel y va directo a almacenarse en forma de grasa porque no
das palo al agua? ¿Eh? ¿Cómo esta mi Johnny del alma?... se que hace casi un
mes que no te escribo. Insisto en que la culpa es del wasup, que ha matado al
mail, y a los emoticones, que han matado a las palabras.
Pues parece que no pero tengo mucho que contarte y muy
variado así que esta misiva tendrá pocos conectores y muchos puntos y aparte.
Ahí va uno.
Anna esta como loca con la idea de escribir un libro, esta
fue nuestra conversación a gritos no hace mucho:
ANNA: ¡MAMAAAAA! ¿Puedo escribir un libro?
YO: claro.
ANNA: ¡BIEN! ¿Me pones la hoja de escribir?
YO: ahora voy. ¿De qué quieres escribir el libro?
ANNA: de cosas de chicas.
YO: ¿Qué son cosas de chicas?
ANNA: Moda, tacones, maquillaje, peinados… pinta uñas,
complementos… ¡ya sabes! Cosas de chicas…
Un rato más tarde en un word había esto:
Hola soll Anna y voll
a escribir un libro de cosas de chicas que quieren aprender acer de todo y
cocinar. Si quieres leer este libro no se lo digas a mi ermano para que no se
ria de mi.
Ha decidido dejarlo ahí de momento, pero la cara de
satisfacción no tiene precio. La verdad es que la autoestima de las jóvenes promesas
de la literatura no tiene parangón. Recuerdo como me emocionaba con mis
redacciones, convencida de que mi profesor se quedaría maravillado por el uso
de las metáforas y el léxico cuidado de una niña tan pequeña, se me antojaba, que
tal vez dudaría sobre si era propio o robado de Valle Inclán, por ejemplo, pues
tanto talento, no era posible en una pequeñuela… esos momentos de rapto
emocional en que entregas tu historia con la total seguridad de que jamás en su
carrera de docente ha leído algo igual. Luego te ponían un ocho y se quedaba
todo en una buena redacción. Sí. Las ganas de Anna de escribir a
tan temprana edad me han recordado las mías propias.
Y mis recuerdos infantiles no acaban ahí. Verás, yo no suelo
pensar en la infancia. Básicamente no fue feliz y a lo largo de los años he
aprendido que no necesitas almacenar cosas que no te enriquecen. Recuerdo el
día en que dejé de ir a terapia. El psicólogo como si fuera Paulo Coelho dijo: “la
falta de cariño en la infancia es un mal irreparable”. Eso me hizo pensar. Y
llegué a la conclusión: “Si es irreparable, no vale la pena que gaste más
dinero”. Y no volví más. Pero con el tiempo y gracias a conocer a gente como
Pili, que parece que no pero siempre alimentan el alma, me acostumbre a
preguntarme ¿en que mejora?: pensar en mi infancia, en las carencias, en la
soledad, en la tristeza interior ¿en que mejora mi vida ahora? Absolutamente en
nada. Señoría, no hay más preguntas.
Te cuento esto porque hace un par de meses y a través de facebook me localizó mi amigo
Alfons de la infancia. Con él pasé todos los veranos, semanas santas, navidades
y cualquier puente desde los siete hasta los trece años. Él guarda un recuerdo
tan bonito de todo aquello que tiene a su mujer, Laura, absolutamente frita con
el tema. Cuando la conocí no pude contarle ninguna batallita porque las conocía
todas. Lleva doce años escuchándolas. La
verdad, soy yo y a lo mejor le digo: “Mira vete a buscar a tu amiga de la
infancia y que te aguante ella” pero no. Es un sol que está encantada con el
reencuentro.
El caso es que aún viniendo de dos familias difíciles y
desestructuradas, él se aferra a lo bueno y bonito que pasamos y yo sin embargo
no recordaba casi nada de todo esto porque en su momento pasé página y para
bien o para mal arrasé con todo. Me he dado cuenta que recordar los momentos
divertidos está bien. Siempre se aprende algo y todo es mejorable.
¿Qué más? La última semana de septiembre cogí un resfriado,
se alargó más de la cuenta y lo convertí en pulmonía. Ya casi estoy bien. Marta
cada vez que toso me dice: ¡Esputa! Y se ríe mucho. ¡Esputa! Y parece una niña que
ha dicho caca y le da vergüenza lo que ha salido de su boca. Somos de humor selecto. Ya lo sabes.
Mañana tengo la segunda analítica. No sé si te he contado que
me salió un problema con la coagulación (creo que coagulo mucho, pero no sé muy bien si el problema es ese)
esto son cosas de la edad, está claro. El caso es que mañana voy a verificar que salió en la primera y si hay que
hacer algo o simplemente dejar que siga su curso. Y es que últimamente hago
morados con mucha facilidad. Para que me entiendas: Yo antes para tener un
cardenal tenía que darme una santa hostia de agárrate que vienen curvas, ahora
si me rasco un grano de un mosquito tigre, al lado me sale un hematoma. Tengo las
piernas que parece que juego a rugby… a ver que sale mañana pues.
Ahora sí que creo que te he puesto al día de lo mío, pero
igual se me ha olvidado lo más importante. Si es así, te mandaré otro email.
Besitos de chocolate,
Esteruqui