martes, 24 de noviembre de 2015

y perdonar a la infancia



¿Cómo esta ese panellet de piñones que se te atraganta entre traguitos de moscatel y va directo a almacenarse en forma de grasa porque no das palo al agua? ¿Eh? ¿Cómo esta mi Johnny del alma?... se que hace casi un mes que no te escribo. Insisto en que la culpa es del wasup, que ha matado al mail, y a los emoticones, que han matado a las palabras.

Pues parece que no pero tengo mucho que contarte y muy variado así que esta misiva tendrá pocos conectores y muchos puntos y aparte. Ahí va uno.

Anna esta como loca con la idea de escribir un libro, esta fue nuestra conversación a gritos no hace mucho:

ANNA: ¡MAMAAAAA! ¿Puedo escribir un libro?

YO: claro.

ANNA: ¡BIEN! ¿Me pones la hoja de escribir?

YO: ahora voy. ¿De qué quieres escribir el libro?

ANNA: de cosas de chicas.

YO: ¿Qué son cosas de chicas?

ANNA: Moda, tacones, maquillaje, peinados… pinta uñas, complementos… ¡ya sabes! Cosas de chicas…

Un rato más tarde en un word había esto:

Hola soll Anna y voll a escribir un libro de cosas de chicas que quieren aprender acer de todo y cocinar. Si quieres leer este libro no se lo digas a mi ermano para que no se ria de mi.

Ha decidido dejarlo ahí de momento, pero la cara de satisfacción no tiene precio. La verdad es que la autoestima de las jóvenes promesas de la literatura no tiene parangón. Recuerdo como me emocionaba con mis redacciones, convencida de que mi profesor se quedaría maravillado por el uso de las metáforas y el léxico cuidado de una niña tan pequeña, se me antojaba, que tal vez dudaría sobre si era propio o robado de Valle Inclán, por ejemplo, pues tanto talento, no era posible en una pequeñuela… esos momentos de rapto emocional en que entregas tu historia con la total seguridad de que jamás en su carrera de docente ha leído algo igual. Luego te ponían un ocho y se quedaba todo en una buena redacción. Sí. Las ganas de Anna de escribir a tan temprana edad me han recordado las mías propias.

Y mis recuerdos infantiles no acaban ahí. Verás, yo no suelo pensar en la infancia. Básicamente no fue feliz y a lo largo de los años he aprendido que no necesitas almacenar cosas que no te enriquecen. Recuerdo el día en que dejé de ir a terapia. El psicólogo como si fuera Paulo Coelho dijo: “la falta de cariño en la infancia es un mal irreparable”. Eso me hizo pensar. Y llegué a la conclusión: “Si es irreparable, no vale la pena que gaste más dinero”. Y no volví más. Pero con el tiempo y gracias a conocer a gente como Pili, que parece que no pero siempre alimentan el alma, me acostumbre a preguntarme ¿en que mejora?: pensar en mi infancia, en las carencias, en la soledad, en la tristeza interior ¿en que mejora mi vida ahora? Absolutamente en nada. Señoría, no hay más preguntas.

Te cuento esto porque hace un par de meses  y a través de facebook me localizó mi amigo Alfons de la infancia. Con él pasé todos los veranos, semanas santas, navidades y cualquier puente desde los siete hasta los trece años. Él guarda un recuerdo tan bonito de todo aquello que tiene a su mujer, Laura, absolutamente frita con el tema. Cuando la conocí no pude contarle ninguna batallita porque las conocía todas. Lleva doce años escuchándolas.  La verdad, soy yo y a lo mejor le digo: “Mira vete a buscar a tu amiga de la infancia y que te aguante ella” pero no. Es un sol que está encantada con el reencuentro.

El caso es que aún viniendo de dos familias difíciles y desestructuradas, él se aferra a lo bueno y bonito que pasamos y yo sin embargo no recordaba casi nada de todo esto porque en su momento pasé página y para bien o para mal arrasé con todo. Me he dado cuenta que recordar los momentos divertidos está bien. Siempre se aprende algo y todo es mejorable.

¿Qué más? La última semana de septiembre cogí un resfriado, se alargó más de la cuenta y lo convertí en pulmonía. Ya casi estoy bien. Marta cada vez que toso me dice: ¡Esputa! Y se ríe mucho. ¡Esputa! Y parece una niña que ha dicho caca y le da vergüenza lo que ha salido de su boca.  Somos de humor selecto.  Ya lo sabes.

Mañana tengo la segunda analítica. No sé si te he contado que me salió un problema con la coagulación (creo que coagulo mucho, pero no sé muy bien si el problema es ese) esto son cosas de la edad, está claro. El caso es que mañana voy a  verificar que salió en la primera y si hay que hacer algo o simplemente dejar que siga su curso. Y es que últimamente hago morados con mucha facilidad. Para que me entiendas: Yo antes para tener un cardenal tenía que darme una santa hostia de agárrate que vienen curvas, ahora si me rasco un grano de un mosquito tigre, al lado me sale un hematoma. Tengo las piernas que parece que juego a rugby…  a ver que sale mañana pues.

Ahora sí que creo que te he puesto al día de lo mío, pero igual se me ha olvidado lo más importante. Si es así, te mandaré otro email.



Besitos de chocolate,

Esteruqui