lunes, 31 de octubre de 2011

día de difuntos

¡Mi queridito panellet de piñones acompañado de un rico licor!
Esta es la noche de las castañas y los dulces cada vez más hundida por la magia de Halloween y yo estaré en mi casa poniéndome hasta las trancas de dulces, mientras tú seguramente, estás en alguna alocada fiesta hasta la hora en que abren los afters.
He parado un momento mientras reposa el mazapán porque mi hijo hoy me ha dejado sin palabras (que ya es decir teniendo la madre que tiene).
Estábamos hablando de la muerte, en el cole un compañero le habló de esa curiosa costumbre que tienen algunos de ir a ver sus difuntos. No entendía para que servía eso. He tratado de explicarle que es una opción tan legítima como otra cualquiera. Hay quién cree que haciéndolo sigue en contacto con quién ya no está. La explicación no parecía convencerle, me ha preguntado si yo iré a ver al abuelo cuando se muera, mi padre pasaba por ahí y no le ha gustado nada oír cómo su nieto hace planes de ese tipo y se ha puesto cómo las cabras. También he intentado explicarle que a las personas de 82 años no suele gustarles que les recuerden que ya empiezan a tener un pie en el otro barrio. Hay que tener en cuenta que cada vez que muere un actor o actriz de “su quinta” y dicen la edad, él se queda compungido y yo tengo que añadir: “pero papá, él estaba enfermo, no es lo mismo, tú estás bien”, y parece que no, pero esa confianza que pongo en que es inmortal le deja más tranquilo. Oriol, ha sido tan bruto como cualquier otro niño de siete años y tratando de aclarar la situación con mi padre le ha dicho: “Bueno abuelo, no te preocupes, ya iremos a llevar flores cuando te mueras si tú te crees que eso sirve para algo”. No le ha ayudado nada. He tratado de explicarle que dicho así suena muy feo. Entonces me ha dicho: “¿Cómo de feo?” y le he dicho: “Más feo que los pies de un hobbit después de andar por toda la Comarca para ir a fundir un anillo” Se ha reído mucho y me ha preguntado si yo quiero que me lleve flores cuando me muera, así que no he podido seguir dando rodeos. He sido tajante. He sacado la caja de pelucas del armario y nos las hemos probado todas. ¡Hay que ver con qué facilidad se dispersan los niños!. Ahora mismo, esta poniéndole a Anna una peluca supuestamente de los Jackson Five, pero la verdad es que recuerda más a Tom Jones en su mejor momento.
Siempre tuya,
Esteruqui