viernes, 16 de marzo de 2012

¡tienes un email!

Mi apreciadísimo montadito de pimiento rojo y brie fundidito,
¡Cuanta razón tienes! Nos han robado por encima de nuestras posibilidades y de hecho, siguen haciéndolo.
Me encantaría gritar que todo esta demasiado corrupto pero apenas puedo hablar. Me estoy recuperando de una afonía y ya sabes que si alguien me desea un mal: ¡que me impida hablar! Hay que ver lo que sufro cuando me dejan sin el poder de  el verbo.
Esta semana ha sido un escándalo. Mi padre tenia médico, al que le he acompañado, que si no, sólo me cuenta lo que le interesa.  Anna se ha puesto cabezona en ir más días de lo habitual a la piscina. La razón ha resultado ser perversa: quería ponerse el bañador rosa con lacito de Dora la exploradora que le ha regalado su tía en su cumpleaños… ahí es nada, tres añitos y ya piensa en pintarse los labios con brillo Hello Kitty , presumir de bañador y ponerse cualquier cosa que lleve, lentejuelas, purpurina o ambas cosas… sí querido, sé lo que estás pensando: he tenido una choni. Yo también tuve mi momento hortera, pero no nos engañemos, eran los 80 y yo era adolescente. Tengo excusa.
Ya bastante mejor de la voz, hoy en el trabajo he tendido la oportunidad de entablar una de esas conversaciones que preceden al buen tiempo: dietas que actúan milagrosamente. Una vez más, el sentido común brilla por su ausencia y llego a oír barbaridades. Trato de imponerme un poco: Chupar una hoja de lechuga, no es la solución y beber cinco litros de agua al día no es la panacea… pero ni caso… se me ocurre comentar que la digestión empieza en la boca, a lo que una compañera se quiere añadir haciéndose eco de lo que ella cree que es una gran verdad: “ La saliva es corrosiva y empieza a deshacer los  alimentos para que lleguen al estómago más disueltos” ante esta afirmación tengo dos pensamientos paralelos: en uno mi compañera es un dragón de komodo tecleando con sus uñacas en el ordenador. El varano en cuestión te muerde y automáticamente te infesta con un veneno que tiene en su saliva, ya puedes huir ya, que él te sigue tranquilamente mientras el veneno te paraliza y luego se te come como si nada. Viéndola de esa guisa, si que es corrosiva si…  El otro es mucho menos elaborado: “Cuanto daño ha hecho la E.S.O.” al menos con la E.G.B. estás cosas no pasaban. Y me sorprendo a mi misma con un comentario de abuela a mis 38 años “esto antes no pasaba” no es algo que diga una persona joven… algo está  pasando…
Volviendo a mi hija, me sorprende que cuando cuento lo presumida que llega a ser la frase que oigo repetirse más es: “¿Y a quién habrá salido? Si tú no te cuidas”. Por un momento, se tambalea mi idea de mi propia imagen, pero enseguida lo comprendo: Se llevan las melenas planchadas hasta conseguir un liso absoluto y yo sigo empecinada en tener el pelo de Farrah Fawcett-Major en Los ángeles de Charlie y conseguir más volumen y ondas por doquier, ¿Qué consigo? Que la gente crea que no me peino.
Cuando veo el anuncio de fructis, me dan ganas de ir a meter el pie en esa piscina que es capaz de dejarte el pelo a lo Afro antes de que digas Afro.
La belleza es una contradicción, y todos tenemos nuestro público, para gustos los colores.
Mientras te escribo, Anna está sentada en su tocador de Hello Kitty, lleva puestas unas alas de campanilla y se está poniendo perfume de mentira cómo le enseño Loli, con el tapón del frasco. Miedo me da.
Mi padre, por su parte me pregunta que a quién escribo, le digo que a mi Johnny del alma y me pide que te dé recuerdos. Así que ahí te los dejo.

Esteruqui