miércoles, 2 de octubre de 2013

Ansidedad... de tenerte en mis brazos...



Mi queridísima mitad aferrada al alma, ni sé cuantas veces he releído tu último mail… supongo que en estos casos es cuando uno comprende que el arte da sentido a la vida y quan necesario es en nuestra insolente y a veces insoportable existencia. Releo una y otra vez tus palabras y las de Martí i Pol y me deshago, lloro, me quedo en blanco, en fin, supongo que estoy de duelo.
A menudo durante el día me falta el aliento, una bocanada de aire que no acaba de entrar, un intento de bostezo para que el oxigeno haga su trabajo y un ligero momento de desesperación cuando el aire no termina de abrirse camino.
En el trabajo también me ahogo a veces, y Jenni, que se sienta a mi lado y es un cielo, mueve la cabeza con preocupación: “¿Cuánto tiempo te ha dicho el médico que puede durar esto?, ¿no es mejor que vuelvas y le digas cómo estás?... te ahogas mucho Ester, ¡seguro que no es mejor que te cojas unos días?…” ¡Me encanta tenerla al lado!. Y en realidad tiene una cierta gracia porque yo no me siento especialmente triste, ni nerviosa, ni estresada, la verdad es que me siento algo cansada pero sin salir de lo que viene siendo lo normal de una persona con un trabajo fuera de casa y dos nenes. Como yo hay infinidad de personas y no veo que vayan por ahí ahogándose, es más, yo misma estaba llevando esta misma vida sin problemas antes, así que no veo porque ahora tiene que ser tan estresante que no pueda ni respirar.
Pero según el médico, el cuerpo va por libre. Yo creo que estoy bien pero parece ser que el cuerpo tiene otra opinión al respecto. Y me ahogo, tanto que parezco una adolescente enamorada de Brad Pitt porque no paro de suspirar en un intento de que no me falte el aire. Y el médico confirma: es lo que tiene la ansiedad.
¿Ansiedad? Siempre que oigo esa palabra pienso irremediablemente en Nat King Cole y tal como alguien la pronuncia en mi mente tarareo: “…de tenerte en mis brazos, musitando, palabras de amor, ansiedad, de tener tus encantos…”
Y en fin, si de verdad es eso lo que me pasa, creo que estoy haciendo lo correcto, hablo de mi padre a ratos, lloró, descanso, voy a trabajar y me concentro en el trabajo y en reírme un rato con mis compañeras, que en estos días han sido todas un gran punto de apoyo, pues todas han estado mimándome en todo momento, salgo a tomar un café, charlo, me rio, he vuelto a hacer punto… aunque no me cunde, soy como Penélope, tejo y destejo la misma pieza pero lo mio no es por amor, es porque me equivoco con los puntos y tengo que volver a empezar… ¡qué sé yo! Pero si es eso, como decía un terapeuta del que no recuerdo el nombre: “Esto, también pasará” y entonces podré respirar con calma, sin miedo a que me falte el aire y como se supone que quien canta su mal espanta, déjame que comparta contigo mi Ansiedad, pero que sea Nat King Cole quién te la cante al oído…
T’estim
Esteruqui