domingo, 28 de agosto de 2011

Vacaciones (y 4)

¡Currumuqui con la que me iría a Tailandia borrachos de amor en clase turista y sin otra pretensión sexual que zambullirme en tus sábanas!
En los últimos diez días de vacaciones en Sitges ha pasado un montón de gente por casa. Uno de ellos es mi amigo Oscar con el que me fui de Tossa de Mar a Lloret andando por el magnífico-impresionante-maravilloso-sinigual camino de Ronda. Él no lo pudo disfrutar tanto como yo porque dos días antes se cayó de una escalera buscando libros en el altillo que hay en el baño de casa de sus padres y se cayó de espaldas encima de un espejo. Éste se rompió y le dejó de recuerdo numerosas magulladuras y nueve puntos de sutura que le impedían nadar y tomar el sol; actividades en las que no me quise recrear para que la espera de mi amigo no fuera desesperante.
Otra visita fue la de Jordi, el primo de mi `Michi´. Es cirujano maxilofacial y aconseja a la familia sobre cualquier tema médico que se precie. Como está muy loco sus consejos a veces no nos parecen demasiado de fiar. Incluso hemos llegado a la conclusión de que cuando hablan de que nueve de cada diez médicos recomiendan algo, él es el médico que recomendaría lo otro.
Vinieron también unos amigos heteros con sus dos niños. Eran las fiestas y vimos los Fuegos Artificiales, que son magnífico-impresionante-maravilloso-siniguales. El momento en que la iglesia bulle en humos y efervescencias de rojo infernal a pesar de combinarle con las zapatillas de Prada no hubieran sido del gusto de Benedicto XVI. Hizo bien en irse directamente de Madrid a su casa que es la de todos.
Hoy llega mi ahijada que hace escala técnica de un día después de aprender algo de inglés en Dublín.
Ánimo con tus anginas. A partir de ahora y como dice la madre a la protagonista en La boda de mi mejor amiga (película que te recomiendo) “las cosas sólo pueden ir a mejor”.
Siempre a tu lado. A pesar de lo absorbentes de nuestras medias naranjas.
Johnny