La semana ha sido larga pero bastante como siempre. Lo
original ha venido en el fin de semana empezando por la noche del viernes.
Vinieron a cenar Rosalia y Anna, que como tienen horario de
bibliotecarias (es lo que tiene que lo sean) llegaron ya pasadas las nueve de
la noche. Ya tenía a los nenes cenados y les preparé una sopa de cebolla
francesa y bacalao con verduras en cazuelita de barro.
Todo muy light, es lo que tiene no querer engordar y saber
que el postre son galletas de las buenas con
Ferrero Rocher, ¡por cierto! a Natalia, mi amiga psicóloga infantil, uno
de sus adolescentes le dijo: “Ese se cree Ferrero Rocher y no llega ni a
Lacasito de marca blanca”. El ingenio en el insulto es el mismo de siempre pero
el contexto es generacional, nosotros éramos creativos de otra manera porque
las blancas no existían, y en realidad, poca competencia tenían los productos,
algún día podemos hablar de si tú eras de la Piara o patés Mina, de Orlando o
Solís.
Fue una noche muy agradable donde se hablo de todo un poco.
Acabamos hablando de las primeras veces, en todos los aspectos, mientras
acabábamos de dar salida al Raimat que trajo Rosalia para amenizar la velada.
En lugar de café, las dos quisieron una infusión y Anna (mi
hija, no la bibliotecaria) preguntó: “¿es que están pochas?” con lo que llegué
a dos conclusiones: Una, tengo que
cambiar mi opinión respecto a las infusiones porque no quiero que piense que
sólo se toman cuando estas enfermo. Dos, Marta y yo tenemos que dejar de usar
la palabra “pocha” en su presencia para referirnos a todo lo que esta soso,
tristón, enfermizo… si no a este paso le daremos la razón a Wert y total, para
no ser capaz de usar más de un adjetivo no vale la pena invertir en educación.
El sábado, como no, el equipo de Oriol volvió a ganar su
partido de balonmano. Joan, el padre de uno de los nenes, que había sido
jugador muchos años, ya me ha dejado claro que suele pasar cuando es el segundo
año de una categoría. Según él este año, lo ganan todo o casi todo, el año que
viene pasan a ser alevines y como son los pequeños de la categoría se los comen
y lo van perdiendo casi todo. Al siguiente son los grandes de la categoría
alevín y vuelven a ganar. Y lo mismo cuando vuelven a cambiar de categoría. No
le quito razón, pero tampoco merito a los nenes que le están poniendo
entusiasmo y se nota que juegan mucho mejor que el año pasado.
El domingo por la mañana y aprovechando que están dejando
los caminos fluviales absolutamente transitables, decidimos dar un paseo junto
al río. Tan agradable y bonito fue, que cuando nos dimos cuenta habíamos andado
casi 4 quilómetros. Había que volver así que mis pies hicieron casi 8
quilómetros y hoy me duelen una barbaridad. No obstante, el domingo que viene quiero
volver. Sarna con gusto no pica. Si lo pienso los nenes han andado mucho más,
porque en el tiempo que tu vas, ellos van, vuelven a ti a enseñarte un bicho,
se persiguen con un escarabajo en la mano y corren hacia delante para desandar
lo andado y volver a tu lado. Yo creo que ellos han hecho casi 12.
Hay que desmontar la barandilla del balcón de casa porque el
tocho de obra vista se deshace por momentos y cualquier día se derrumba y
matamos a alguien o algo peor. Más gastos.
Y poca cosa más, sigo escribiendo poco, aunque algo avanzo y
creo que eso es bueno.
Una cosa más: tengo ganas de verte/veros.
Siempre tuya/vuestra,
Esteruqui
moraleja... la barandilla esta pocha.
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